“Quieres dar la información de tal forma que la persona pueda escuchar, aprender y actuar”, dice Ben Dattner, un psicólogo organizacional. “No de una forma en la que harás que se cierren o enojen”.
En realidad, quieres mostrar respeto y sensibilidad con sus circunstancias y sentimientos. “Si los haces sentir valorados, tendrás mayor probabilidad de conseguir a un participante dispuesto a resolver un problema, en lugar de a un enemigo”, señala Dattner.
La próxima vez que tengas una conversación difícil con alguno de tus empleados, intenta seguir estos pasos para dirigir la plática de la mejor manera.
1. Identifica previamente tus objetivos
Antes de que inicies una conversación, piensa en lo que esperas conseguir de ella. “Lo más importante es saber cuáles son tus objetivos”, dice Dattner. “¿Qué quieres lograr?” Es importante que sepas de antemano el tono que quieres usar, los puntos que buscas abarcar y el resultado que esperas. Si la conversación parece desviarse y ponerse más pesada, regresa a tus objetivos y mantente firme en ellos.
2. Permite una balanza de poder
Cuando sacas a colación un tema difícil, primero permite que la otra persona explique la razón de su comportamiento. “Dales algo de poder en la conversación”, recomienda Dattner. Si muestras que estás dispuesto a escuchar, es más probable que el empleado no se ponga a la defensiva. “No quieres que la gente se sienta amenazada o acorralada”, añade.
3. Enfócate en un incidente en específico
Comentar acerca de los patrones generales de alguien puede provocar que se sienta como un ataque personal, por lo que debes ser específico acerca del cómo y dónde ocurrieron los eventos. “Cuanto más específico que puedas ser, lo menos acusador te verás”, dice Dattner. Por ejemplo, si sientes que el comportamiento de alguien es flojo, evita la observación general y enfócate en un momento reciente que lo demuestre.
4. Formula tus preocupaciones como observaciones
Cuando hables de un tema sensible, ten en cuenta que tu perspectiva es subjetiva. “Presenta todos los asuntos como tus percepciones, no como absolutos”, afirma Dattner. Enmarcar un problema como una observación deja menos lugar para argumentos. Ten cuidado de dejar claro que sólo dejas espacio para la negociación únicamente si estás dispuesto a reconsiderar. Si el tema no es negociable, como un despido, sé firme y directo y no des lugar al debate.
5. Pon la situación en contexto
Si te estás dirigiendo un problema como el no alcanzar la meta de ventas, habla de las circunstancias que crearon ese resultado. “En lugar de sugerir que no alcanzaron los números por flojera o falta de talento, habla de los factores de mitigación”, dice Dattner. No sólo te ayudará a evitar el mismo problema en el futuro, sino que mejorará la motivación del empleado. Esencialmente, los estás haciendo parte del problema sin atribuirles toda la culpa.
6. Crea una oportunidad de aprendizaje
Una vez que explicaste el tema, enfócate en la conversación de cómo aprender de la experiencia y seguir adelante. “Intenta dejar que el tema sea parte del proceso, en lugar de que sea un asunto cerrada”, afirma Dattner. Incluso si estás despidiendo a alguien, le puedes ayudar a aprender de sus errores. Dattner sugiere que ofrezcas un consejo específico para que pueda aplicar en su próximo trabajo.
7. Valida sus sentimientos
Incluso si tu punto de vista no es negociable, debes saber cómo se puede sentir la otra persona. “Puedes validar sus sentimientos aunque no estés de acuerdo con ellos”, resalta Dattner. Hazles saber que reconoces y aceptas sus sentimientos, y que los respetas. Finalmente, deseas que la otra persona deje la conversación con dignidad y con la autoestima intacta.
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