El arte de contratar a
alguien es la forma más pura de “evangelizar”, es decir, de conquistar a las
personas con tu proyecto. Después de todo, no sólo les estás pidiendo que prueben
tu producto, que lo compren o que se asocien contigo, sino que apuesten su vida
en tu organización.
¿Puede haber algo más
atemorizante para ellos y más difícil para ti que eso? Para facilitarte esta
tarea y formar el mejor equipo, toma en cuenta las siguientes recomendaciones.
1.
Busca a personas que sean mejor que tú. Los jugadores clase A
contratan jugadores clase A; los jugadores clase B contratan jugadores clase C.
Esto significa que la gente talentosa contrata gente talentosa y que los
mediocres contratan candidatos que no son tan buenos como ellos, para así
sentirse superiores. Y de seguir esta última tendencia, pronto acabarás con
colaboradores de categoría Z. Por eso, ten confianza en ti mismo, sólo de esta
manera podrás formar un gran equipo.
2.
Contrata gente “contagiada”. Lo más común es que las
empresas busquen a personas con buenos antecedentes educativos y profesionales.
Pero hay que agregar una tercera cualidad: ¿el aspirante está “contagiado” de
amor por tu producto o servicio? Recuerda que la educación y la experiencia
dejan de ser importantes si el candidato no se entusiasma y no se compromete
con tu proyecto.
3.
Ignora lo irrelevante. A menudo, la educación y la experiencia
laboral resultan importantes en el papel, pero irrelevantes en el mundo real.
Una persona puede tener un gran currículum, sin embargo el entorno le pondrá
pruebas en su camino y sólo su habilidad para superarlas demostrará sus
capacidades.
Si te encuentras frente a un
aspirante sin experiencia, analízalo con detenimiento: podría tratarse de un
diamante en bruto que sólo necesita tiempo para pulirse.
4.
Confirma tu intuición. La mayoría tiene alguna anécdota acerca del
candidato que resultó ser un empleado de pesadilla. O bien, del colaborador que
creía que no iba a funcionar y se convirtió en el empleado de la década. El
problema con la intuición es que probablemente te equivoques tantas veces como
aciertes. Por lo tanto, haz las mismas preguntas a cada aspirante y toma nota
de todo lo que exprese. Otra estrategia es realizar la primera entrevista por
teléfono, para que no juzgues a los aspirantes sólo por su apariencia.
5.
Consulta más referencias. ¿Eres de los que sólo llama a las
referencias que proporciona el aspirante? Tal vez la persona que estás
entrevistando te agrada y no quieres enterarte de que en realidad se trata de
la manzana de la discordia. No corras riesgos y busca fuentes de referencia
adicionales. Lo ideal es que sea una persona para quien el aspirante haya
trabajado y otra que haya colaborado para él.
6.
Aplica la “prueba del centro comercial”. Imagina que estás en una
plaza y observas al candidato que buscas a una distancia de 150 metros, pero él
no te ha visto. Aquí tienes tres opciones: 1) Ir directo hacia él y saludarlo,
2) Decirte a ti mismo: “si me topo con él, lo saludaré”, 3) Subirte a tu auto e
irte a otro centro comercial. La recomendación es que, a menos que la persona
te inspire la primera respuesta, no lo contrates.
7.
Usa todas tus armas. Una vez que hayas encontrado al candidato
perfecto, debes ganártelo. Ve más allá y no te quedes en el salario y las
condiciones de trabajo. Piensa que tu visión de la manera en que vas a cambiar
el mundo es algo más importante y revelador. Además, ¿a quién no le gusta
trabajar con gente inteligente que impone su punto de vista? También hazle
notar a tu potencial colaborador lo bien que se verá en su currículum el haber
trabajado en una gran empresa como la tuya.
8.
No te apresures a recompensar. Usar una oferta como punto
de partida de la negociación es arriesgado, pues no sabes cuál será la reacción
de la otra persona frente a este primer punto de información que estás
proporcionando. Una oferta confirma lo que ambas partes han acordado. Por lo
tanto, es el último paso de las negociaciones, no el primero.
9.
¡Atención! Tu labor no ha terminado. Nunca asumas que tu
reclutamiento finalizó, aun cuando la persona ya asista a trabajar. En
realidad, tu deber es reclutar a cada empleado todos los días, porque cuando se
van a casa por la noche quizá alguno de ellos decida no volver jamás. Consejo:
alimenta la relación con tus colaboradores a diario, tú decides cómo hacerlo.
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