Muchas personas no comprenden el arte de negociar, incluso
los buenos vendedores. Esto se debe a que pocos se toman el tiempo necesario
para entender la palabra y seguir las reglas de oro de la negociación.
El primer y peor error es malentender la palabra. Cuando le
pregunto a la gente qué significa “negociar”, muchos me responden cosas como
“qué tan buen trato puedo conseguir” o “qué tan barato puedo comprar”. Para
muchos, es un proceso de tomar y quitar; de presionar y ceder, y casi siempre
el resultado lo miden en términos de precio.
“Negociar” viene del latín negotiatis, el pasado del verbo
negotiari, mismo que significa dirigir o seguir con un negocio. Es crucial
comprender este significado original, puesto que el objetivo de la negociación
es eso: continuar haciendo negocios, llegando a un acuerdo con otra persona.
Así que debes deshacerte de la idea de que negociar significa
conseguir un mejor precio. Un precio menor no hace que sea un mejor trato; sólo
hace que gastes menos. Tu meta debe ser lograr un acuerdo sobre una propuesta,
y la forma de hacer esto es construyendo valor en tu oferta. La solución para
tu producto o servicio es el punto focal de tus negociaciones, no el precio.
Para convertirte en un buen negociador, te comparto estas
tres reglas que debes aplicar en el momento de dirigirte a tu contraparte:
1. Siempre inicia las
negociaciones
Debes iniciar este proceso puesto que aquel que controla el
comienzo de la negociación suele ser quien controla el desenlace. Si dejas que
la otra parte inicie, estarás constantemente renunciando al control, aun sin
darte cuenta. Por ejemplo, cuando le preguntas a alguien cuál es el presupuesto
de su proyecto, estás dejando que inicie la negociación. Usarás tu tiempo
tratando de conseguir su número, en lugar de buscar la mejor solución para ti.
Cuando me siento a pensar en un acuerdo basándome en los
números involucrados en la decisión, muchas veces interrumpo el proceso sólo
para evitar que mi contraparte tenga el control. Suena extraño, pero así de importante
es tener el control desde el inicio.
Una vez tuve un cliente que quería ofrecer sus términos
primero. De forma respetuosa le respondí “Disculpa. Aprecio tu voluntad para
decirme lo que puedes ofrecerme, pero me gustaría compartirte lo que he preparado
para ti. Si no te funciona, por favor házmelo saber”. Esto me permitió tener el
control nuevamente desde el principio.
2. Siempre negocia por
escrito
Es común ver a vendedores profesionales que cometen el grave
error de discutir y trabajar los términos de un acuerdo sin ponerlo por
escrito. Sin embargo, el propósito de las negociaciones es llegar a eso: a un
acuerdo formal por escrito, y no a contar una historia bonita con la que sólo
se pierde el tiempo.
Por eso, desde el primer momento en que hago una propuesta
hago referencia al documento que estoy creando frente al cliente. Éste incluye
todos los puntos del acuerdo y se convierte en algo real y palpable para la
contraparte.
Negociar primero y luego crear el documento añade tiempo
innecesario a la transacción. Si haces el documento mientras negocias, entonces
estás preparado para pedirle la firma en el momento preciso en que se tome una
decisión.
3. Siempre mantente
relajado
La mesa de negociación puede estar llena de agendas,
emociones y egos. Los grandes negociadores saben cómo mantenerse relajados -sin
importar la situación-, proveyendo liderazgo y soluciones, mientras el resto de
la gente se sumerge demasiado en sentimientos e intereses personales.
Llorar, enojarse o maldecir puede hacerte sentir bien, pero
estos comportamientos no te ayudarán a conseguir la negociación. Cuando todos
los demás se pongan emocionales, mantente relajado y usa la lógica para cerrar
el trato.
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