Bien enuncia el conocido dicho "echando a perder se aprende", sin embargo con estos inventos, los intentos fallidos para crear una cosa acaban por servir para otro fin. Checa algunos ejemplos.
Sacarina
El inventor Constantine Fahlberg queria crear un nuevo uso para el alquitrán de hulla, un derivado del carbón. Sin embargo, tras un largo día de trabajo, Fahlberg se dio cuenta al llegar a casa que las galletas que había preparado su mujer eran más dulces de lo que solía ser habitual. Su mujer no había puesto ningún ingrediente extra a su receta, por lo que acabó concluyendo que el sabor dulzón debía provenir de algún ingrediente químico que debía tener en sus manos, tras pasar horas trabajando en el laboratorio. De esta forma tan curiosa nació la sacarina, el primer endulzante artificial.
Post it
En 1968 Spencer Silver desarrolló un pegamento de “baja intensidad” que sería la base del futuro post it. No obstante en ese momento, no encontró ningún uso práctico para esta cola, y el proyecto quedó en el olvido. Lo interesante de esta cola es que podía aplicarse a algo ligero, como un trozo de papel, y utilizarla una y otra vez sin que se dañase la superficie sobre la que se pegaba el objeto en cuestión. Años más tarde del descubrimiento de Silver, Art Fry comenzó a darle vueltas al “pegamento” de Spencer Silver, después de que descubriese con frustración que no podía pegar un trozo de papel en su “Biblia” para tomar notas, y despegar después el papel de una forma que no dañase su libro. Nacía así el “post it” que empezaría a ser distribuido a escala mundial en 1980.
Corn Flakes
Los hermanos John y Will Kellogg se dejaron por accidente durante varios días una olla de grano hervido encima de una estufa. Cuando se dieron cuenta se encontraron con una textura por supuesto mohosa, pero también un nuevo producto seco y duro. Después de algunos experimentos, consiguieron desarrollar un método que evitaba la aparición de moho, manteniendo el grano seco y crujiente. Nacían en 1898 los primeros Corn Flakes.
Penicillina
En realidad, Sir Alexander Fleming quería descubrir una medicina capaz de curar todo tipo de enfermedades. Sin embargo no fue hasta que desechó y posteriormente volvió a examinar sus primeros experimentos, cuando se dio cuenta de que había encontrado lo que llevaba tanto tiempo buscando. La historia nos cuenta que un día de 1928, mientras ordenaba su laboratorio, una de las placas de petri que había descartado por estar contaminada, contenía una especie de moho que estaba acabando con todas las bacterias que lo rodeaban. Cuando más tarde cultivó este moho en particular, descubrió que contenía lo que más tarde se conoció como penicilina, un poderoso antibiótico capaz de curar todo tipo de enfermedades.
Coca-cola
John Permberton vivía en Atlanta en la década de los 80 del siglo XIX cuando pensó que podía ser una gran idea crear un jarabe a base de vino y extracto de coca que sirviese para aliviar migrañas y otras cefaleas . En 1885 seguía estando vigente la Ley Seca en Estados Unidos, que prohibía la venta y distribución de alcohol. Como no podía por lo tanto utilizar vino para sus propósitos, Pemberton creó una versión de su jarabe mezclándolo con agua carbohidratada, de modo que pudiese consumirse como un refresco. El resultado fue una bebida que aunque seguía siendo prescrita para el dolor de cabeza, encantó por su sabor.
El horno microondas
En 1946, Percy Spender se encontraba en realizando un estudio científico, en que el se proponía determinar las propiedades de las ondas radar en un nuevo tubo de vacío que había diseñado. Mientras estaba trabajando con su tubo, se dio cuenta que unas chocolatinas que tenía en el bolsillo empezaron a fundirse. Para confirmar su hallazgo, cogió algunos granos de maiz y los acercó al dispositivo, creando a la vez las primeras palomitas instantáneas de la historia.
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