Para
algunas empresas la clave de la productividad y efectividad de sus empleados es
la implementación de mejores procesos, tecnologías y políticas empresariales,
así como la adquisición de las más recientes metodologías administrativas, de
producción, ventas y gestión de recursos humanos. Sin embargo, aunque todas
estas medidas son válidas y generan cierta mejoría, siempre parece faltar algo
fundamental: el compromiso y la alineación de las personas por hacer lo que se
requiere para generar los resultados necesarios.
Una
cultura empresarial que propicia la productividad, la efectividad y los buenos
resultados está basada en que cada persona en una empresa, empezando por el
jefe, asuma total responsabilidad por todos los aspectos relacionados con la
organización, sin culpar a otros o a las circunstancias por la falta de
resultados.
Aunque
normalmente se busca un culpable externo a nosotros cuando las cosas no van
bien, este tipo de actitud no genera la calidad de vida y los resultados que
queremos.
La
responsabilidad no tiene que ver con las cosas “que te tocan hacer”, con culpa
y tampoco es algo definido por un contrato de trabajo, descripción de puesto o
por la autoridad; es una elección que las personas asumen para ser líderes en
lugar de víctimas.
Cinco prácticas para
generar cultura de liderazgo
Asume 100%
responsabilidad por
tu impacto en las personas y en los resultados de negocios y multiplica esta
manera de ser en toda tu empresa. En la mayoría de las culturas empresariales
se opera bajo un contexto de 50%/50% responsabilidad, donde yo hago mi parte si
tú haces la tuya. Esto genera problemas y contratiempos, ya que casi
invariablemente alguien deja de hacer su parte.
Detén inmediatamente
cualquier conversación negativa,
ya sea tuya o de otros, y redirígela hacia una conversación positiva. Las
conversaciones generan acciones, las cuales a su vez producen resultados. Por
ende, es importante saber que las conversaciones negativas sí tienen un impacto
y este impacto es contrario a lo que realmente queremos.
No toleres
comportamientos inapropiados
y corrígelos inmediatamente de manera respetuosa. Nuestros empleados y
colaboradores están continuamente midiéndonos para determinar si las reglas son
cuestionables. Cada vez que permitimos que alguien viole una regla estamos en
efecto comunicando que la regla no importa.
Pregúntate
constantemente: ¿qué más puedo hacer para lograr los objetivos? En lugar de
quejarse o permitir la queja o la justificación, pregúntate siempre y
pregúntale a otros: ¿qué más podemos hacer? Este tipo de pregunta redirige la
responsabilidad hacia las personas y genera creatividad, compromiso y acción.
Trata a las personas
como extraordinarias
y exígeles su grandeza. Tener lástima por uno mismo y por otros no nos ayuda a
superar las situaciones complejas que vivimos. Los seres humanos somos mucho
más fuertes y capaces de lo que pensamos y si somos tratados como tal elevamos
nuestro desempeño.
Una
cultura de responsabilidad tiene el poder de transformar a las personas y a
toda una organización. Cuando una masa crítica dentro de una organización asume
100% responsabilidad por los resultados de negocios y deja de culpar a otros y
a las circunstancias, surge la acción responsable y el logro predecible.
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