El artista de graffiti, emprendedor y conferencista emocional Erik Wahl enseña a algunas de las empresas más grandes del mundo cómo divertirse en la oficina. Wahl cree que la mayoría de los espacios laborales son demasiado rígidos y no permiten que los empleados tengan tiempo para originar pensamientos creativos que producen ideas innovadoras.
1. Jugar con plastilina
Antes de iniciar una reunión, lleva contigo plastilina y dale a cada uno de los asistentes una lata o dos y diles que tienen unos minutos para modelar algo que les recuerde a su infancia. Probablemente, habrá risas incómodas en un principio, pero Wahl asegura que pocas veces la gente se niega a hacerlo.
La naturaleza táctil de la plastilina y el ejercicio de hacer una conexión con la infancia ayuda a las personas romper con la pretensión que comúnmente existe en estas juntas, así como a abrir la mente. Usa cinco o 10 minutos para jugar y después discutir qué hizo cada quien. Inmediatamente, sigue con el tema de la reunión.
“Has roto el hielo, logrado que la gente se ría y se relaje. Esto servirá para que consigas mejores respuestas e ideas”, afirma.
2. Planear tiempo de ocio
Planea tiempo en la semana que sea completamente libre, donde los empleados puedan hacer cualquier actividad relajante como dar un paseo, sentarse a pensar o disfrutar de un tiempo en silencio. Al darle al cerebro descanso del resto del día para dedicarse a una tarea calmante e inspiradora permitirá regresar al escritorio con nuevas ideas y pensamientos.
Es importante que este tiempo no se use para asuntos relacionados con el trabajo. Quizá se sienta raro en un principio, pero sirve para abrirle espacio a la mente para innovar.
“Cuando estamos muy enfocados o pensando críticamente tenemos poco tiempo para generar ideas. Es en el punto donde dejamos de pensar cuando generamos ideas nuevas y diferentes”, dice Wahrl.
3. Dibujar
Hacer ‘arte’ es una forma efectiva de abrir los canales de la creatividad. Durante una de sus pláticas con el equipo creativo de Honda, Wahl inició haciendo que todos garabatearan. Ellos lo escuchaban hablar y sólo debían dibujar aquello que les llamaba la atención en el momento.
Wahler dice que después recibió una nota de uno de los miembros del equipo. El dibujo que hizo terminó siendo un nuevo producto por el que la empresa obtuvo una patente y que resultó en ganancias millonarias. Claramente, pocos garabatos son tan lucrativos, pero el proceso de crear arte puede llevar a descubrimientos e ideas interesantes.
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