jueves, 20 de junio de 2013

Adiós a la rutina workaholic.

En ocasiones, la adicción al trabajo que se manifiesta a través de una conducta workaholic (o trabajólica) puede salirse de las manos, de tal manera que sólo queda un recurso: una intervención de la oficina. Aquí es donde entra en escena Leslie Perlow, profesora de liderazgo en la Escuela de Negocios de Harvard, quien tiene ojo de águila para identificar estilos de trabajo contraproducentes.


“La mayoría somos ‘exitólicos’. Eso es lo que creemos que se necesita para que a nuestra organización le vaya muy bien”, asegura la investigadora y autora de Sleeping With Your Smartphone (Durmiendo con tu teléfono inteligente), cuyos experimentos en corporaciones de Estados Unidos han cimbrado las nociones acerca de la productividad. Sobre todo, en aquellos centros de trabajo donde se aplica la filosofía de estar siempre “al pie del cañón”.

De acuerdo con Perlow, “si buscas hacer las cosas de una manera diferente, descubrirás que es increíblemente valioso. Se trata de unir esfuerzos para reconocer que si continuamos trabajando de esa manera, ello socavará ya sea nuestra productividad, sustentabilidad, creatividad o vida personal”.


Operación rescate
Como en cualquier intervención, los sujetos con quienes trabaja la profesora de Harvard saben que algo está mal, aunque por lo general se muestran reticentes a alejarse de su “martirio autoinfligido”. Por ejemplo, le tomó seis meses hallar un equipo de trabajo en The Boston Consulting Group (BCG) que le permitiera llevar a cabo un experimento que pusiera en entredicho la perpetua suposición de que estar disponible las 24 horas de los siete días de la semana era esencial para tener éxito.

La mitad de los ejecutivos a quienes entrevistó para realizar una encuesta trabajaban más de 65 horas a la semana, sin contar las aproximadamente 20 horas que pasaban monitoreando sus smartphones. El objetivo era averiguar qué sucedería si los consultores de BCG se tomaban una noche libre completa a la semana.

Al principio, la estrategia –un concepto al que ella llamó “Tiempo Libre Predecible”– no sólo despertó una gran inquietud, sino que al final también resultó ser un gran acierto. La productividad no se desplomó; al contrario, se incrementó, pues los miembros del equipo se vieron obligados a mejorar la coordinación de actividades.

Todo esto desató un proceso increíblemente poderoso para estos equipos. “Planeaban mejor, priorizaban mejor, entregaban mejores productos a sus clientes. Y al mismo tiempo, su vida era más predecible y tenían más control sobre ella”, asegura la experta. Los directivos de BCG quedaron tan impresionados que ahora PTO es una iniciativa que se aplica en toda la compañía, que cuenta con 32 oficinas distribuidas en 14 países.

Una vida más zen

Desde sus días de estudiante universitaria, Leslie Perlow ha impulsado la idea de que es posible ser profesionalmente exitoso, pero también tener vida personal plena. Creencias que no se cuestionan, como “tengo que estar siempre disponible para el cliente” o “no puedo tomar un tiempo libre”, crean un “ciclo de reacción” que nos atrapa, señala la experta. “También confiamos demasiado en los beneficios del smartphone , sin darnos cuenta de los costos que implica estar siempre conectados”, agrega.

Si bien existen sistemas diseñados para contactarte todo el tiempo a través de mensajes directos o alertas, analiza lo siguiente: ¿cualquier asunto tiene que ser urgente? Y la respuesta muchas veces es “no”. Esto aplica especialmente en el caso de los emprendedores, quienes están al pie del cañón las 24 horas del día (todos los días). El problema es que no se han dedicado a pensar cómo organizar sus hábitos de trabajo, así como planear y priorizar actividades.

Perlow llega a las compañías como etnógrafa, observando las prácticas de trabajo durante varios meses antes de identificar las maneras en que una organización puede modificar sus prácticas en beneficio tanto de la productividad de la empresa como de la vida personal de los empleados. Por ejemplo, en una empresa de software repleta de tiempos extra crónicos por las noches y los fines de semana descubrió que los ingenieros se veían orillados a trabajar hasta altas horas porque durante la jornada normal los interrumpían con frecuencia y no podían concentrarse.

La solución: “Tiempo de silencio”, que consistió en dividir el día en periodos en los cuales todos los trabajadores acordaron no interrumpirse mutuamente. Con espacios libres para pensar, los antes agobiados ingenieros fueron capaces de lograr el primer lanzamiento a tiempo en la historia de su área.

Eso sí, este tipo de cambios pueden ser un poco difíciles al principio. “Desconectarte cuando no estás acostumbrado causa una ansiedad increíble”, dice la profesora de Harvard. Incluso, uno de los empleados inscrito en el programa implementado en la firma de software que fue a la peluquería en su día libre a media semana, contó lo siguiente: “tuve que aclararle a todo el mundo que no me habían despedido”.

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