México busca avivar el consumo para
que su economía no sufra por la debilidad en la demanda de Estados Unidos con
una receta más cauta que la de Brasil: reformas para ganar productividad. Pero
eso no traerá un alza inmediata en los estancados salarios.
"Para que empiece a notarse por lo menos de 3 a 5 años",
pronosticó Claudio Loser, ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI), sobre el
efecto de las reformas en los bolsillos mexicanos.
No es solo un problema de productividad.
Las remuneraciones tampoco avanzan porque la demanda de trabajos supera
con creces la oferta, coinciden economistas.
Durante la última década el salario mínimo real cayó de 60.06 a
58.10 pesos (4.64 dólares) diarios, según la Comisión Nacional de los Salarios
Mínimos.
Con estos sueldos, las remesas que envían familiares desde Estados
Unidos son la red de contención para que muchos hogares lleguen a fin de mes. Y
la caída de estos flujos en los últimos meses sepultó las esperanzas de que el
consumo crezca pronto.
Hasta el cauto banco central reconoció la debilidad del consumo
privado, que desde el tercer trimestre del 2012 se viene desacelerando y solo
creció un 0.2 por ciento entre enero y marzo.
Más allá de cruzar los dedos para que se fortalezca la demanda de
Estados Unidos -su mayor socio comercial- por sus exportaciones, el Gobierno
necesita que se concreten la reformafiscal y la energética que enviará en los próximos meses al
Congreso para que la economía crezca.
"Si no existe un estímulo externo para nuestro crecimiento
económico, debemos impulsar aquí reformas de carácter estructural y políticas
públicas que nos permitan fortalecer el mercado interno",
dijo el presidente Enrique Peña Nieto en un evento hace poco más de dos meses.
Con menores ingresos por la venta de petróleo,
un pequeño déficit fiscal y las ya bajas tasas de interés,
el Gobierno no tiene mucho espacio para estimular la economía y sólo puede
intentar crear más puestos de trabajo formales -aunque sean mal pagados- para
subir la demanda interna al menos en el papel.
Pero tampoco en ese frente está cosechando mucho éxito, a pesar de
que logró que el Congreso aprobara en noviembre una reforma laboral para hacer más flexible las
contrataciones.
Durante sus primeros siete meses en el gobierno, Peña Nieto logró
la creación neta de 62,485 empleos, la cuarta parte de lo generado en el mismo
periodo un año antes. En junio sólo se crearon 2,519 puestos, el mínimo en 10
años.
Más barato que China
Cada año un millón de nuevos buscadores de trabajo irrumpe en el
mercado a la caza de oportunidades, estiman especialistas, y en el mejor de los
casos el ritmo económico sólo alcanza a generar puestos para la mitad de ellos,
muestran datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Las leyes de la oferta y la demanda se encargan de mantener los
sueldos deprimidos y las presiones sobre los precios, bajas.
"El mercado laboral ha sido
un ancla visible para la inflación empujada por costos, pero una débil
palanca para el crecimiento del consumo privado", dijo Alberto Ramos,
analista de Goldman, Sachs & Co, en un reporte reciente.
Con un sueldo de poco más de 2.5 dólares la hora, los trabajadores
mexicanos en la industria manufacturera ya resultan casi un 20 por ciento más
baratos que sus pares chinos, mostró un estudio de Bank of America Merrill
Lynch publicado en abril.
Ese ha sido uno de los atractivos para que empresas como la
alemana Volkswagen, la canadiense Bombardier, la japonesa Toyota, la estadounidense
Procter & Gamble o el danés Lego Group concretaran en los últimos años
millonarias inversiones en tierras mexicanas.
"¿Estan bueno que los salarios sean bajos? Yo diría que no, no es manteniendo
sueldos bajos que se construye un futuro", dijo Benito Berber, analista de
Nomura Securities.
Brasil ha tenido una política opuesta a la de México, con una
estrategia para impulsar el consumo con ajustes regulares a los salarios
ligados a inflación y al crecimiento económico.
El sueldo promedio mensual real de los brasileños subió más de un
28 por ciento en la última década y el salario mínimo casi se triplicó en ese
lapso a 678 reales (300 dólares).
Pero tampoco disparar rápido los salarios es un santo remedio.
Después de haber aumentado el poder adquisitivo de su
gente ayudado por un enorme incremento del crédito, ahora Brasil sufre por la
inflación y el endeudamiento de sus hogares.
"Está muy de moda hablar de la necesidad de expandir el
consumo y estimular la economía", dijo Loser recordando el caso brasileño.
"Impulsar el consumo te da un empuje de corto plazo, pero no es cómo una
lámpara de aceite, es como un cerillo".
Del otro lado de la balanza, en
México disminuyó el ritmo de expansión del crédito al sector privado a tasas
del 5.8 por ciento en junio, casi la mitad del crecimiento de un año antes.
Y en un país con una estructura poco competitiva que depende de
las exportaciones, la mano de obra debe ser barata.
México es uno de los países más abiertos de la región, con un
comercio que equivale a poco más del 60 por ciento de su economía, según la
Organización Mundial de Comercio (OMC). Su
consumo privado representa alrededor del 40 por ciento.
"Es una de las limitaciones del modelo mexicano, si tienes un
modelo exportador está completamente basado en costos", dijo Enrique
Alvarez, analista de Mercados Emergentes deIDEAglobal.
"Y todo eso va en contra de poder aumentar los salarios".
Aunque en promedio los trabajadores registrados en el Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS) -desde empleados hasta ejecutivos- ganan
271.58 pesos (21 dólares) al día, eso representa un aumento de solo un dólar si
su salario promedio diario de hace una década se ajusta por inflación.
Por eso para muchos las remesas hacen la diferencia. Sin embargo,
en los primeros cinco meses del año cayeron un 10 por ciento a 8,758 millones
de dólares frente al año previo, su menor monto para un periodo enero-mayo en
ocho años.
Las ventas al por mayor -que anticipan a las minoristas- cayeron
un 5.5 por ciento entre enero y mayo, y la confianza en la economía tocó en
junio su menor nivel en nueve meses.
"Esto está muy flojo, este año ni con las ofertas viene mucha
gente. Mire como está toda la tienda medio vacía", dijo Brenda Olvera,
vendedora de la tienda departamental Liverpool. "El año pasado a estas
alturas no nos dábamos abasto para atender a la gente que compraba
furiosamente".
El estancamiento de sueldos y la poca generación de empleo podría
atizar el descontento de la gente, pero es poco probable que estallen protestas
sociales como las de Brasil o de Turquía.
Cuestión de productividad
Si algo aguó la fiesta del presidente mexicano fue la desaceleración económica.
El Gobierno redujo en mayo su pronóstico de crecimiento para este
año de un 3.5 a un 3.1 por ciento, pero incluso esa cifra suena optimista.
Buena parte de la culpa la tiene la caída de un 5.6 por ciento en
los ingresos petroleros en el primer semestre y la debilidad las exportaciones
manufactureras, que en la primera mitad del año crecieron un 2.5 por ciento
comparado con un promedio del 10 por ciento en la última década.
Estas perspectivas desinflaron el entusiasmo que generó en el
exterior la agenda de cambios estructurales de Peña Nieto tras la aprobación
del plan laboral, una reforma educativa y una de telecomunicaciones a poco de
haber asumido.
"El problema de México sigue siendo el pobre crecimiento
económico: no alcanza para generar las cantidades de empleo pero tampoco para
repartir el ingreso de mejor manera", dijo Alfredo Coutiño, director para
América Latina de Moody's Analytics.
El Gobierno lo sabe.
Por eso selló un pacto con los partidos opositores para acelerar
el paso legislativo de la reforma fiscal, la energética y también de una
bancaria. Si prosperan se calcula que el crecimiento anual se duplicaría a un 6
por ciento para el 2018.
A pesar de todo, un mayor crecimiento económico no garantiza
mejores sueldos. Ni tampoco el hecho de crear empleos formales en un país
donde, un poco por cultura y otro poco por falta de oportunidades, 6 de cada 10
trabajan en la economía informal.
"La productividad es la táctica", dijo Jonas Prising,
presidente para las Américas y el sur de Europa de Manpower.
Un trabajador que produce más se lleva más dinero a casa. Pero de
1992 al 2012, la productividad por empleado en México creció solo un 16 por
ciento frente al 30 por ciento de Brasil, el 43 de Argentina, el 57 por ciento
de Chile y el 113 de Perú, con base a cifras de la Conference Board Total
Economy Database.
"Este es el alcance final (...) que tienen las políticas
públicas que en materia económica estamos impulsando: el que realmente las
familias puedan ganar más, tener mejores ingresos, a través de ser más
productivos", sostuvo Peña Nieto.
La baja productividad de los
trabajadores mexicanos es resultado de un sistema educativo que
ha sido deficiente durante décadas, la limitada inversión tecnológica de las
empresas y en ocasiones un bajo nivel de capacitación laboral.
Además de la reformas estructurales, para subir la productividad
se necesitan monumentales inversiones. Y eso tampoco se le escapa al Gobierno.
Peña Nieto anunció un plan de 360,000 millones de dólares para
construir carreteras, puertos y aeropuertos en los próximos cinco años, que de
cumplirse sentaría los pilares para mejorar la eficiencia productiva.
"México se está moviendo en la dirección correcta, ahora esto
va a llevar tiempo", dijo Coutiño.
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