En 2004, la cochera de la casa ya era insuficiente para la producción de Jaztea y los empresarios adquirieron un edificio de 2,400 metros cuadrados que se convirtió en la primera planta de la empresa.
Hoy, en este complejo de Culiacán producen 50,000 litros de té al día.
La familia invirtió en una segunda fábrica de 1,500 metros cuadrados en Guadalajara, que produce otros 30,000 litros al día. Con esa producción, extendió su presencia a Nuevo León y Coahuila a través de la cadena OXXO y a Puebla, Michoacán y Jalisco a través de Soriana y Walmart.
En 2010, el emprendimiento casero era toda una empresa, con grandes retos. Si Fong quería reducir costos y tener a tiempo los envases de su producto, debía abrir otro negocio.
Ese año, la familia invirtió en una planta de soplado de plásticos -que está a cargo de Erick Fong- para abastecer su consumo de botellas, un modelo de negocios que usan las grandes del sector.
Fong también trabajó en institucionalizar el negocio e invitar a expertos en recursos humanos que hicieran pruebas de habilidades gerenciales a cada pariente, explica Mirglen, la hermana menor. La familia aceptó con cierta resistencia.
Gloria Payan, la madre, confiesa que desconfiaba de la gente externa, tras una mala experiencia previa en el restaurante. "No quería que nos volvieran a timar", dice.
Montaño se remonta a 14 años atrás, cuando vio el potencial de crecimiento de Jaztea. "Era un changarrito... ¡y ve lo que es ahora!". La empresa debe crecer más, agrega, porque corre el riesgo de "quedarse en esa etapa".
Jaztea es una bebida plenamente identificada en Culiacán, pero para Fong eso ya no es suficiente. En Centroamérica, pretende venderlo por medio de franquicias que se encarguen de la producción y distribución. "Yo quiero llevar a la empresa un paso más arriba de los demás -dice- y estoy segura de que ese momento llegará".
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