Los productos, servicios y procesos nuevos o significativamente mejorados no sólo recaen en el área tecnológica, sino que también abarcan en forma integral los ámbitos económicos, sociales y culturales. Para Gabriela León, directora general de Gresmex, generar ideas y llevarlas a cabo con determinación es su trabajo diario, así como una vocación que sustenta en un sólido entrenamiento técnico y empresarial.
Fundada en 1999 junto con su hermano Sergio, su empresa se especializa en la fabricación de antisépticos, esterilizantes y sanitizantes de alto nivel dirigidos tanto al sector salud como para el uso particular, en donde también ofrece una línea de cuidado personal que comercializa a través de tiendas de autoservicio. La innovación –definida como la creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado– fue asumida desde el arranque.
“Iniciamos con el desarrollo de productos de marca propia para Walmart, Soriana y Chedraui, pero al no tener acceso a la publicidad –en el rango de las grandes marcas– decidimos invertir en la calidad; esto significó una gran decisión”, asegura la emprendedora. Con eso en mente, los hermanos León dieron un giro a sus artículos y buscaron diferenciarse de la competencia por medio de fórmulas biodegradables, así como por el diseño de envasesy etiquetas que combatieran la imagen poco atractiva asociada a marcas libres. Además, “en el inter comenzamos a elaborar jabón antibacterial, lo que nos dio un gran posicionamiento. Tan sólo el año pasado colocamos un millón de piezas en Soriana, superando en volumen al líder”, agrega.
Al incursionar en el estudio de los antibacteriales, detectaron limitaciones en la efectividad de estos. En la misma época, tanto Gabriela como su mamá y uno de sus pequeños hijos contrajeron Rotavirus –un agente que ataca las células intestinales–, hecho que la motivó humana y profesionalmente a perseguir un objetivo de mayor alcance: la salud pública.
A gran escala
Introducirse en este nuevo terreno llevó a Gresmex a desmitificar el poder que varios líquidos anunciaban para acabar con los virus y lidiar con los efectos secundarios. “Muchos te matan lo bueno y lo malo; el cloro, por ejemplo, tiene efectos tóxicos muy altos y no es biodegradable”, explica la empresaria. Ante este panorama, Gabriela y Sergio emprendieron la cruzada por hallar un diferenciador, apuntando su investigación hacia la nanotecnología, campo que abarca diferentes ciencias aplicadas que trabajan con materiales un millón de veces más pequeños que un milímetro.
Desde 2008, la compañía ha sustentado y validado todos los pasos ante las autoridades de salud. Para afianzar el proceso, decidieron vincularse al Sistema Nacional de Investigadores y acercarse a diferentes expertos. La inversión de talento y recursos supuso el desarrollo de la molécula final denominada Virufin, el ingrediente activo que es un nuevo compuesto en el mundo y al que se ha dotado de altas ventajas competitivas para buscar una patente mundial.
El resultado del proyecto es la línea Éviter, una gama de cinco productos que contienen este nuevo material. Virufin es un biocatalizador nanoparticulado programado para inactivar todo tipo de virus y eliminar bacterias, esporas y hongos, sin dañar el ADN humano. A su vez, se manejan tres segmentos con diferentes concentraciones de la molécula y diferentes costos-beneficios: Grado Médico (uso en oficinas, negocios y doméstico), Clínico (áreas generales hospitalarias, escolares, etc.) y Quirúrgico (exclusivo del sector médico y para uso en quirófanos). Además, la materia prima es de origen vegetal y tiene mejor rendimiento por litro en sanitizantes.
Tras una prueba que pocos laboratorios autorizados realizan, el producto fue certificado con la eliminación viral al 100% en cinco minutos –incluidos el Rotavirus y la Influenza A-H1N1–. También quedó demostrada la inactivación de la Pseudomona, una bacteria intrahospitalaria de alto contagio. De aquí se desprendió el sorprendente hallazgo de que el compuesto no ataca a las células sanas, lo que lo separa por completo de productos convencionales.
Actualmente, Éviter ya cuenta con el registro de de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofe-pris). Otra bondad de la nanotecnología es que optimizó la producción industrial de Gresmex, permitiéndole ofrecer precios incluso 15 a 18% por debajo de otras alternativas.
Áreas de oportunidad
Hoy, la innovación se encuentra en una posición privilegiada dentro de la agenda nacional. Gustavo Villar, director de Comercialización de Tecnología del Conacyt, explica que hay muchas formas de impactar en tu negocio explotando una idea para llegar a diferentes soluciones.
Para ello es útil recurrir, por ejemplo, al Road Mapping, que ayuda a determinar hacia dónde se moverá un sector en un plazo de entre 10 y 15 años para proyectar necesidades. “Conocer las tendencias en un camino previamente descifrado te permite formar una visión para hacer nuevos productos que las satisfagan”. Instancias como el centro de investigación CIATEQ de Querétaro aportan asesoría especializada en este rubro.
Es claro que la innovación siempre encuentra su momento y lugar, apunta Guadalupe Castañeda, responsable en México y Centroamérica de Mercados de Crecimiento Estratégico de la firma Ernst & Young. Una buena noticia es que “el ecosistema de los negocios ha madurado, tiende a unir esfuerzos y se integra a redes de emprendimiento con mejor coordinación. Además, el 74% de los emprendedores admite que innovar crea empleos. Y debemos tener en cuenta que México será dentro de poco una de las 10 mayores economías del mundo”, agrega.
En ese entendido, es la vigilancia tecnológica la que puede dar la pauta para “escuchar” las necesidades del mercado y actuar en consecuencia. “Puedes contratar una investigación con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para informarte sobre las patentes y avances en un sector con datos mundiales actualizados”, aconseja Villar.
Sin embargo, Castañeda advierte que aunque una de las formas de medir la innovación es conocer el número de patentes generadas en el país, esto puede no ser real porque los procesos de registro no son tan ágiles. En parte es por ello que muchos avances son pasados por alto: en México, por ejemplo, se inventó la píldora anticonceptiva, pero no se consiguió una patente nacional.
Por otro lado, el Conacyt también ofrece la red de Oficinas de Transferencia de Tecnología que ayudan a patentar o a generar una marca y lograr la exclusividad de su explotación al menos por 10 años: junto con los Cepats o Centros de Patentamiento, son el eslabón para llevar una tecnología al mercado.
Villar visualiza que un gran reto para seguir generando valor es diferenciarse en la forma de vender y ajustarse a lo esperado por los clientes; “así estaríamos innovando, no en tecnología, sino en negocios”, concluye.
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