Reconocer la falta de liderazgo es una habilidad esencial para ayudarte a alcanzar la grandeza. A continuación te presentamos cuatro señales de que eres un mal líder, exhibiendo características y actitudes que no deberías tener:
Haces promesas vacías
Los malos líderes motivan a aquellos que los siguen con falsas promesas de ascensos, éxito y grandes porvenires. Pero raramente las cumplen. Los líderes que hacen esto pueden ser muy manipuladores y comúnmente mantienen como rehenes a las metas y aspiraciones de sus seguidores para forzarlos a trabajar mejor.
Fracasas en dar seguimiento
Los malos líderes tienden a carecer de la comprensión de que sus seguidores están contando con ellos para manejar los temas que no pueden arreglar por sí solos. Los líderes pueden olvidar dar seguimiento a esos temas si no son de suficiente importancia para ellos. Los meses pueden pasar sin cambios.
Le temes a la confrontación
Los malos líderes generalmente tratan de evitar la confrontación, especialmente cuando involucran desempeño. Típicamente, esto está ligado o a una falta de conocimiento del asunto en la mesa o a una urgencia de estar intencionalmente cegado a la verdad, decidiendo por actuar como si la situación no existiera en lugar de hacerle frente.
No te haces responsable
A nadie le gusta aceptar la responsabilidad cuando las cosas fracasan, especialmente los malos líderes. Ellos siempre se justifican y ponen la responsabilidad en otros y no en ellos mismos. Los malos líderes no se auto evalúan para mejorar.
Debido a que la confrontación los asusta, los malos líderes también son renuentes a culpar a otros realmente. Como resultado, terminan cambiando la responsabilidad de uno a otro empleado debido al temor.
Una forma sencilla de hacerte responsable es eliminar la palabra “perdón” de tu vocabulario. Cuando reconoces tu equivocación, hazlo de una forma que sugiera que te das cuenta de que rompiste con tu palabra y que te comprometes a cambiar y seguir adelante.
Cuando reconoces que tu palabra es tu activo más importante, “perdón” se convierte en una salida fácil. Los grandes líderes aceptan la responsabilidad por lo que dicen y hacen.
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