Las
emociones son reacciones naturales que nos permiten ponernos en alerta ante
determinadas situaciones que implican peligro, amenaza, frustración, etc. Los
componentes centrales de las emociones son las reacciones fisiológicas
(incremento de la tasa cardiaca y de la respiración, tensión muscular, etc.) y
los pensamientos. Es necesario adquirir ciertas habilidades para manejar las
emociones ya que una intensidad excesiva puede hacer que las personas las vivan
como estados desagradables o les lleven a realizar conductas indeseables.
Aunque
la sabiduría popular dice que los profesionales saben controlarse en el lugar
de trabajo, en algún punto todos podemos quebrarnos y perder los estribos.
¿Qué
hacer para no perder el control?
Debes
reconocer lo que estás sintiendo, ignorar tus emociones no te permite asumirlas
y superarlas. El riesgo es convertirse en una olla de presión y estallar en el
momento menos adecuado.
Enojo
El
primer paso es identificar qué te está molestando. Si el enojo puede
desencadenar tu ira, lo más prudente es despejarte. Toma 5 minutos para salir
de la oficina, da una vuelta o simplemente siéntate un momento a ordenar tus
ideas.
Ira
Todos
nos enojamos, pero aprender a manejarlo es crítico. De hecho, si te muestras
molesto muy seguido podrías estar drenando la motivación y lealtad de los
empleados. Si le gritaste a alguien de tu equipo por haber cometido un error,
debes pedir disculpas.
La
ansiedad se desencadena cuando pensamos una y otra vez en un tema sobre el que
no tenemos oportunidad de acción. Por ejemplo, si te preocupa que a tu empresa
le está yendo mal y quizá te despidan, deja de pensar en la difícil situación
que enfrentarás si pierdes el trabajo.
Frustración
Cuando
trabajamos duro y no obtenemos el resultado esperado aparece la frustración,
que a menudo nos bloquea y nos hace pensar que todo esfuerzo es inútil y que no
hay otras soluciones posibles. En lugar de interpretar las situaciones como
‘fracasos’, míralos como intentos, y tómate el tiempo de evaluar la estrategia
y aprender del error. Ejercita tu paciencia y prueba otra vez.
Decepción
¿Acudiste
a la entrevista y no volvieron a llamarte? ¿Esperabas un ascenso y se lo dieron
a otro? Es fácil sentirse decepcionado cuando las cosas no suceden, pero no
sirve de mucho estacionarte ahí. A menudo nuestros fracasos parecen más
importantes de lo que son, analiza qué fue lo que no funcionó y decide qué
harás diferente la próxima vez.
Rechazo
El
rechazo duele. Puede disminuir nuestra autoconfianza y seguridad, pero también
pone a prueba nuestra perseverancia. Deja de pensar en que otros te
descalifican o te juzgan, mejor piensa ¿de quién proviene el rechazo? ¿puedo
obtener una crítica constructiva? ¿es una oportunidad de mejorar?
Envidia
Desear
lo que otros tienen es un sentimiento negativo en el ámbito laboral, incluso
puede ser destructivo. Limitarse a sufrir por la ‘buena suerte’ de los demás
sin tomar acción en mejorar nuestras propias conductas, es un sentimiento inútil.
Una persona segura de sus capacidades y que tiene deseos de superarse y crecer
no sentirá envidia, observará en el otro lo positivo y lo utilizará para ir
tras sus propios objetivos.
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